Marcela Mortean
- 12 de jun. de 2016
- 3 min de leitura

Ashram Chamánico Janajpacha

Proyecto Ciclos – Diario de a bordo 27

Cinco y cuarenta y cinco de la mañana y nos despertamos con el sonido del tambor, que nos invita a meditar. El cielo aún oscuro intensifica el brillo de las estrellas; el frío silencioso y mordaz nos hace abrigarnos; y los pájaros cantan, celebrando el nuevo día que acaba de empezar.

Así comenzaban nuestros días en las últimas semanas que estuvimos en el Ashram Chamánico Janajpacha. Llegamos tímidos como el frío, y aquí nos despertamos, con la misma determinación del invierno. Despertamos a la vida, crecemos para enfrentar el mundo, aprendimos que tenemos que mirar hacia el interior de nosotros mismos, para nuestro poder interior, y así creamos fuerzas para seguir nuestro camino, nuestro ciclo.

Creo firmemente en el poder del pensamiento, del querer y del decir al universo para que este nos regale... anhelé un lugar espiritual para calmar mi alma, deseé reconectarme con la mujer que soy, quería estar en paz y tener fuerza, y puedo decir que al pie de la montaña, en el corazón de Bolivia, Cochabamba, recibi del universo este precioso regalo.

La comunidad ecológica o la escuela, como sugiere el fundador, tiene como filosofía principal enseñar a las personas a crecer y reaprender a vivir. En el ashram podemos trabajarnos, permitirnos, crecer, desaprender y reaprender, todo ello rodeados de gente hermosa con el mismo deseo... como una isla llena de alimento para el cuerpo y el alma.

Llegamos al final de abril para una semana de trabajo voluntario, que duró dos semanas, y luego vino una invitación irresistible para permanecer hasta la fiesta del Inti Raymi, que ocurriría al final de junio; fiesta en la que se celebra el año nuevo inca, por lo que podría participar en las celebraciones ancestrales y vivenciar intensa y verdaderamente una fecha importante para este pueblo misteriosos e intrigante.

Aquí aprendimos un poco sobre el chamanismo. Cuando pensaba acerca de este tema, la imagen que venia a mi mente era un círculo de personas guiadas por un líder, consumiendo plantas sagradas, lo que facilitaba su conexión con la naturaleza y consigo mismos. Pero después de esta experiencia en Janajpacha, aprendí que los chamanes son personas de sabiduría, conectados con los antepasados, con la naturaleza, y en especial con su ser interior; son líderes cuya misión es ayudar a las personas a reconectarse con ellas mismas y reaprender a vivir. No se requiere el uso de plantas sagradas, ya que hay muchas maneras de lograrnos esta reconexión.

Hemos trabajado cinco días a la semana, cinco horas al día. Yo estaba en la cocina, y entre buena música y un poco de meditación, preparaba comida vegetariana para alimentar a mis compañeros, que fueron asignados a diferentes funciones. Alan estuvo responsable por la traducción de libros en portugués y para poner subtítulos en los vídeos realizados por Chamalú, fundador y líder espiritual de Janajpacha.

Practicamos el desapego, porque a todo el tiempo llegaban lindas personas, con las cuales estabelecíamos lazos familiares, y en un instante venia el adiós. Nos completábamos diarimente, una familia de diferentes colores, lenguas y culturas, unidos por el mismo deseo de aprender y compartir.

Bailamos alrededor del fuego, meditamos, hablamos, filosofamos, hicimos yoga, tomamos baños de sol y luna, jugamos al fútbol, leemos ... leemos ... y leemos mucho. Janajpacha fue como la guinda de un pastel delicioso que es Bolivia. Llegamos a este país llenos de expectativas y curiosidades, y vamos a salir totalmente encantados y con ganas de quedarnos... ¿quién sabe en el futuro?