top of page
  • Os Antípodas

¡Momento Mágico! Llegamos a México


Veinte y cuatro de marzo de dos mil y diecisiete; exactamente dos años después de comenzar el viaje cruzamos la frontera entre Belice y México. Esta sería nuestra última frontera con el Proyecto Ciclos. En esta fecha especial para nosotros cumplimos nuestro sueño. Un día de fiesta, un día de emociones a la flor de la piel, un día de fuertes sentimientos y sensaciones.

Era tanta emoción que Marcela fue reprendida en la inmigración al tomar una foto de un papel que estábamos llenando para entrar en el país; y luego Alan perdió la bandera de Brasil que llevaba en la bicicleta desde Brasil y tuvo que volver un kilómetro en contra en la carretera para encontrarla extendida en el suelo, y como si eso no bastara, aún tomamos un camino equivocado y subimos un puente que daba en ningún lugar, jajaja.

En los primeros kilómetros en territorio mexicano nos dirigimos a Bacalar, un pueblo pequeño y mágico, uno de los Pueblos Mágicos mexicanos (pueblos turísticos únicos por su belleza, cultura y / o gastronomía). Su laguna de agua azul turquesa fue la manera que México encontró para recibirnos. Estuvimos unos días por allá en un hostel camping con una excelente infraestructura, y fue allá que empezamos a reflexionar sobre el tamaño de nuestra aventura; y también fue en donde Marcela comió su primera tortilla mexicana (que se parece la tapioca brasileña, pero está hecha de masa de maíz, y es el acompañamiento del desayuno, almuerzo y cena mexicanas; es la base de la alimentación nacional).

Salimos de Bacalar con destino a Tulum, ciudad que sería nuestro punto final en bicicleta. Viajar a dos es una negociación constante, es el arte de la política, de obtener algo y ceder algo, jejeje, y así fue como definimos que nuestro punto final en bicicleta sería Tulum. Si quisiéramos seguir viajando por el país, sería de aventón o en camión.

Son 220km que separan Bacalar y Tulum. Así, planeamos 2 paradas antes de nuestro destino. En nuestro primer día pedaleamos 73km en una carretera plana, simple, movida y con calor sofocante. No teníamos un lugar para llegar, pero Marcela, buscando en Google Maps, encontró un restaurante de la carretera que ofrecía camping y ducha gratuitos. Además, vimos que un cicloturista había estado allí y recomendaba ... No tuvimos dudas en ir hacia allá. Lugar simple, con ducha, realmente gratis, y aún teníamos la compañía de 15 perros para alegría de Marcela. Como forma de agradecer, y también para no cocinar, fuimos a comer en el restaurante de la familia. Comida sencilla y mexicana, acompañada de dos litros de agua de coco bien fría!!

Al despertar, después de una noche con muchos ladridos, seguimos hacia la ciudad de Felipe Carrillo donde nos quedamos una noche en un hotel de la ciudad para descansar de la noche mal dormida y poder seguir. Como el viaje se acercaba al final, relajamos y utilizamos más hospedajes pagados que al principio. Nuestra idea, saliendo de Carrillo, era llegar a una pequeña ciudad que está a 20 km antes de Tulum. Pedalamos 79km con mucho sol, poca sombra, viento caliente contra y llegamos a Muyil y ... no encontramos nada! Ni hospedaje, ni espacio tranquilo y seguro para acampar. Ante el inesperado, resolvimos seguir hacia Tulum, donde teníamos un amigo de amigo (fueron tantos en el viaje) llamado Rodrigo, que nos recibirá el próximo día. Adelantados y sin internet para la comunicación fuimos a un restaurante para usar el wifi y comer algo. Restaurante de mariscos, casi nada vegetariano, valor alto para nuestro presupuesto, pero al menos había internet y aprovechamos para localizar a nuestro amigo y anotar su dirección.

Nos quedamos una semana en la casa suya y de Nadia, aprovechamos para conocer el mar Caribe, las ruinas mayas de la ciudad y visitar uno de los cientos de Cenotes que hay en la región, una experiencia hermosa e increíble. Estos paseos hicimos en un día, y en los otros 6 nos quedamos en la casa descansando y ahorrando. Es necesario estar preparado financieramente para hacer turismo en esa región, conocida como península de Yucatán, que es considerada la región más cara de México y está orientada hacia el público extranjero.

Dejamos a María y Joaquina, nuestras bicicletas queridas, en la casa de Rodrigo (gracias por cuidarlas Rodrigo y Nádia !!) y seguimos hacia la capital. Nuestra idea era intentar llegar a la Ciudad de México pidiendo aventón. Entonces despertamos temprano y fuimos a la nueva aventura. Demoramos dos días para pisar la capital. En el primer día tomamos 5 caronas para llegar a la ciudad de Villahermosa, jajaja. En la última y más larga, subimos en el camión del Angel. Fueron 10 horas a una velocidad que no pasaba de los 80 quilómetros por hora. Larga carretera recta, calor, paisaje idéntico, noches mal dormidas ... todos los requisitos necesarios para atraer el sueño y la distracción en el volante. Para evitar esto, nuestro amigo camionero se detuvo en una cafetería al lado de la carretera y pidió un café con algo que no entendimos lo que era. Pensamos que tal vez fuera algún. Pensamos que tal vez era una comida que no conocíamos y le preguntamos qué había pedido (porque teníamos hambre y tal vez podríamos pedir algo igual), y él dijo que eran comprimidos para no dormir. Así logra cumplir con las largas jornadas de trabajo exigidas por la empresa. ¿Y piensa que él se quejaba? ¡No! Estaba muy feliz de tener un trabajo registrado, pues, según él, ese era el mejor trabajo que él ya tuvo.

Llegamos a Villahermosa a las 11 de la noche, en un motel. La idea de seguir pidiendo aventón (y las ocho horas por las que pagamos el Motel) nos hizo levantar temprano; caminamos hasta la salida de la ciudad, conseguimos una carona de unos 20 km y allá quedamos hasta el mediodía, cuando por fin resolvimos subir en un autobús. ¡Vale la experiencia! El calor húmedo que hacía en aquel lugar por la tarde era increíble ... Era tanto que Marcela empezó a sentirse mal. Terminamos nos "salvando" por el aire acondicionado de un supermercado, donde nos sentamos para comer y Alan se enchiló, o sea, comió un chile muy fuerte y empezó a llorar por los ojos y la nariz, jajaja, y se quedó con la cara roja ... no había aire acondicionado que pudiera enfriarlo, se hizo más caliente que allá afuera!!

Llegamos a la capital, nuestro destino era la casa de nuestros amigos Diego y Bruna, del TIBÁ (www.tibarose.com). Allá tuvimos mucho amor, cariño, conforto, alegría de los niños (Luna y Martín) y aprovehamos para descansar, conversar, planear, pasear. Al principio nos quedaríamos con ellos por dos semanas, pero acabamos quedando tres. Fue hermoso compartir con ellos un poco de nuestro viaje y ellos compartieron con nosotros un poco de su vida y de sus sueños. Aprovemos para visitar el pueblo mágico de Tepoztlán, donde vive Simmone, hermana de Diego y también donde Alan había estado como voluntario hace 6 años, en una empresa/ONG llamada SARAR Transformación. Visitamos SARAR, y una posibilidad de regresar a la ciudad para trabajar en unas semanas nos dejó muy animados y felices.

De la capital seguimos hacia la gran ciudad de Puebla, donde teníamos un gran amigo que queríamos revisar, el Martín. Estuvimos allí durante 5 días y le ayudamos un poco en una construcción con bambú que estaba terminando, paseamos por la ciudad, conocimos sus proyectos y participamos en un curso de pinturas y acabados naturales. Todo eso en una intensidad y calidad que sólo quien conoce a Martín sabrá de lo que estamos hablando ... ¡Grande Martín, una figura!!!

Más 5 horas de viaje y ... Llegamos a Oaxaca (lease: "Guajaca"). ¡Ah Oaxaca! Como este estado es hermoso, cuánta cultura, cuántos colores, comidas deliciosas, buena música, un estado completo como dirían en Honduras. Estuvimos una semana entre la capital del estado, que lleva el mismo nombre, y un pequeño poblado en la sierra sur del estado. En la capital encontramos una amiga de Alan, Tajeew, que nos consiguió un lugar para dormir en un apartamento de amigos de ella en el centro de la ciudad. Visitamos las pirámides de Monte Albán, mercados llenos de olores, colores y sabores, plazas llenas de vida, iglesias coloniales y pueblos turísticos de los alrededores (al menos dos de los infinitos que existen); artesanía de primera calidad, tejidos, mezcal (una bebida destilada del agave, parecida al tequila), arte y más arte. Después seguimos hacia San Miguel Suchixtepec, un pueblo en las montañas. Alan vivió en este Pueblo en 2011, cuando era voluntario en un proyecto de saneamiento ecológico. Llegamos justo cuando comenzaba una fiesta del pueblo, y fuimos acogidos por los lindos amigos Toño y Blanka. Muchas bandas, comida gratuita, bailes, juegos, bebidas, frío, niebla, y una vista que deja cualquier persona de boca abierta, pues el pueblo está situado en lo alto de la sierra; nos sentíamos sobre las nubes!

Pasados 2 días, regresamos a Tulum y luego llevamos nuestras bicicletas a Tepoztlán, la misma Tepoztlán donde, hace seis años, Alan vio por primera vez una persona viajando en bicicleta (y donde aprendió sobre "cerrar el ciclo de nutrientes"). Allí se generó la semilla de este viaje y allí el viaje llegó a su fin, el Proyecto Ciclos.

Un ciclo se cierra, y un nuevo ciclo nace; una nueva aventura que estamos listos para vivir con pasión, con algunos miedos, con muchas incertidumbres, pero con la alegría de poder elegir el camino que queremos seguir ...

“¿Quién dice

que no puedo hacer todo?

Bueno, yo puedo probar.

Y mientras ruedo como que empiezo a encontrar

las cosas no son siempre lo que parecen.”

“Quiero pasar todo el asunto al revés.

Voy a encontrar las cosas

que dicen no puede ser encontradas.

Voy a compartir este amor que encuentro en todo el mundo.

Cantaremos y bailaremos las canciones de la Madre Naturaleza

No quiero que esa sensación se vaya”.

- Jack Johnson Informaciones del Viaje

Mapa

10 visualizações0 comentário
bottom of page