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  • Alan Mortean

Fronteras inventadas


Proyecto Ciclos – Diario de a bordo 29

En nuestros últimos días en Copacabana, Bolivia, robaron la tablet de nuestra amiga Dorothy en un hostel; eso hizo que ella y Frank decidieran adelantar su viaje y venir con nosotros a Cusco, una ruta de casi 600 km que haríamos en dos días. Estábamos cerca de la frontera con Perú, y el paso de un país a otro fue tranquilo, ni miraron en el interior del coche. En la aduana peruana tardamos un poco más porque tuvimos que esperar el fiscal terminar de tomar su desayuno en la calle. Él nos informó que debíamos hacer un seguro obligatorio de accidentes de tráfico, que sería un documento solicitado por la policía si nos parara en el camino. Hizimos este documento en una gran ciudad por donde pasamos en el camino, y gastamos unos 30 nuevos soles (unos 33 reales). En la primera noche dormimos en el coche, en el aparcamiento de un alojamiento donde se quedaron nuestros amigos.

El otro día tomamos un delicioso desayuno lleno de variedad en el borde de la carretera al estilo picnic. Llegamos a la turística Cusco aún de día, dejamos el coche en un aparcamiento y dormimos en un hostel barato (20 nuevos soles por persona) que un amigo argentino nos había recomendado. Nuestro objetivo al otro día era buscar un alojamiento para Mariana y Simon, hermana y cuñado de Marcela, que nos visitarían pronto. En una pausa en las búsquedas, almuerzamos arroz con huevo en el mercado de San Pedro por sólo 4 nuevos soles por persona (comí dos).

Los próximos días les pasamos conociendo un poco una región que está al lado de Cusco, conocida como Valle Sagrado de los Incas, donde se encuentran varias ruinas incas y pequeños pueblos alrededor del río Vilcanota. Con Dorothy y Frank, nuestros compañeros de viaje, visitamos una gran feria artesanal de Pisac, y las aguas termales de Machacancha, cerca de la ciudad de Calca. A continuación, pasamos tres noches en un pueblo llamado Yanahuara, cerca de la famosa Ollantaytambo; allá estuvimos en la casa de Janneke y Jhon haciendo trabajo voluntario (Workaway). Ellos tienen un espacio en el que están comenzando un proyecto espiritual usando de plantas sagradas llamadas San Pedro y Ayahuaska. Allá preparamos un sitio para que puedan sembrar en el futuro e hicimos una escalera de piedras que da acceso a una parte más alta del terreno. No nos quedamos por más días porque hacía frío y no había ducha caliente, lo que es un gran problema para Marcela.

Así, dejamos de Yanahuara y pasamos una noche en el pueblo de Chinchero, donde encontramos una estación de servicio con ducha caliente, y acceso a Internet. Allí, dormimos en el coche, delante de la policía, y el otro día seguimos a Cusco, con la expectativa de recibir la hermana de Marcela, Mariana, que iba a pasar diez días viajando con nosotros alrededor de la región. En Cusco, paramos el coche en el centro, que estaba lleno de gente y de otros coches, y vimos, poco a poco, la calle vaciarse hasta que sólo quedó nuestro coche, en la madrugada. Estábamos frente a un hotel y nos sentimos protegidos. Así, dormimos, ansioso por llegar el día siguiente y recibir nuestra distinguida huésped en el aeropuerto.

Cruzar la frontera entre Bolivia y Perú me recordó que las fronteras se inventaron, junto con los países, o sea, ellas no existían de forma natural. La gente, la comida y la cultura son muy similares entre los dos países, al menos en esta región.

¡¡Vamo que vamo!!

Informaciones del viaje

Trayecto

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