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  • Os Antípodas

Costa Rica es pura vida!


Proyecto Ciclos – Diario de a bordo 38.

Fue placentero dormir en el garaje! Descansados, salimos en la madrugada, como siempre. Llegamos temprano en la frontera de Panamá con Costa Rica. Desordenada, tardamos un poco para saber en que fila entrar, pero los trámites fueron tranquilos, y tuvimos que pagar un dólar por un sello para salir de Panamá. Fue la primera vez, en todas las fronteras que cruzamos, que tuvimos que pagar algo para entrar o salir de un país.

En la aduana de Costa Rica no nos preguntaron donde iríamos ni si teníamos dinero en las manos, sellaron nuestro pasaporte directo. La ciudad que está en la frontera de Costa Rica es pequeña, se llama Paso Canoas y está llena de hospedajes. Llorando el precio, encontramos una por 15 dólares para los dos. Aproveché para ir en un taller de bicicletas para hacer un arreglo y Marcela fue al banco cambiar plata y comprar una bandera del nuevo país para su bici, pero no quiso ir al supermercado pues aún no se había recuperado del ocurrido en Panamá (en el Diario de a Bordo 37).

Después de una noche en Paso Canoas salimos a las cinco de la madrugada. En la América Central el sol, a partir de las nueve de la mañana, ya está fuerte y dificulta nuestro rendimiento. Entonces intentamos pedalear lo máximo posible antes de este horario, haciendo solamente pequeñas pausas de cinco o diez minutos para descansar y comer un poco. Nuestro desayuno completo tomamos aproximadamente a las diez de la mañana, cuando el sol ya está exigente y hacemos una pausa de por lo menos una hora en una buena sombra; este es siempre un buen momento, en el que relajamos, conversamos y hacemos comida juntos.

En este día fuimos encontrados por Jair, un cicloturista del sur de Brasil que está yendo hasta México, y que planea llegar en la capital del país en abril, para participar del Fórum Mundial de la Bicicleta. Él tiene una página en Facebook: Rumo ao México de bike (facebook.com/mexicobike). Él pedalea fuerte, cruzó Panamá en cuatro días, haciendo más de 100km diarios. Así, conversamos, intercambiamos contactos, tomamos una foto y le dejamos seguir viaje, rumbo al México. Nosotros también llegaremos, pero un poco después, hehehe.

Pedaleamos bastante, 87km, y dormimos acampados en una finca cerca de la ruta. Fuimos guiados hasta allá por algo que nos sé cómo explicar, pues había otras fincas alrededor; después, los dueños del lugar nos dijeron que, en dos meses, somos los terceros cicloturistas que acampan allá. Estamos conectados!

Después de pedalear más 43km paramos en otra propiedad al lado del camino, adonde vivía Melany y Agüero, una pareja que está en la red Warmshowers y que nos recibiría en su casa (que es como una casa abierta, siempre recibiendo viajeros y amigos). Ellos no estaban allá, pero otras personas que vivían en la propiedad nos recibieron con los brazos abiertos. En los fondos del terreno hay un área de mangue y un gran estuario. Pasamos toda la tarde allá, cocinando y conversando en la sombra de los coqueros, y pudimos observar cocodrilos en el agua a unos 20m de nosotros.

Desde que empezamos el viaje, hace aproximadamente un año y diez meses, intentamos dormir en los bomberos por tres veces (en Brasil, Argentina y Chile), pero nunca tuvimos éxito. Siempre tuvimos más éxito en la Policía, a pesar de los bomberos ser reconocidos por los cicloturistas como un lugar que tradicionalmente los recibe. Para romper ese paradigma, llegamos a la ciudad de Quepos y fuimos directo a los bomberos buscar un lugar para dormir. Para nuestra sorpresa, o no, jejeje, ellos nos dijeron que antes acogían personas como nosotros, pero recientemente recibieron un “orden superior” prohibiendo esa práctica. Bueno, órdenes son órdenes… de los bomberos fuimos a la Cruz Roja, y de allí a la iglesia local, donde pudimos probar un poco de la solidaridad cristiana; hablamos con el padre y él nos permitió acampar en el terreno de la iglesia.

Asumiendo el riesgo de tornarme repetitivo, digo, como en otros Diario de a Bordo, que la solidaridad es una constante en el cicloturismo. Si usted duda que las personas son buenas, experimente viajar en bicicleta.

Marcela necesitaba un día de descanso, pues en lo últimos cuatro días habíamos hecho 290km. Con este pensamiento llegamos a la turística ciudad de Jacó, costa Pacífica costarricense, donde planeábamos encontrar un hospedaje para dos noches. Pero los precios que encontramos eran de por lo menos 20 dólares por persona por noche, mucho más de lo que podríamos pagar. Así, salimos de Jacó y pedaleamos bajo un sol escaldante hasta la próxima playa, con la esperanza de encontrar un hospedaje más económico. Fuimos preguntar en un pequeño hotel y vino un señor con unos 50 años recibirnos. Él pareció feliz por nosotros estar viajando en bicicleta y nos ofreció dos cervezas mientras nos invitó a sentarnos a la sombra de un árbol. Charlando, supimos que él estuvo mochileando por Europa en el tiempo de los hippies, en los años 60, o sea, este señor tenía más de 70 años! El resultado fue: conversamos por horas, tomamos varias cervezas, él nos pagó una pizza y nos invitó a dormir en su casa. Al otro día aún nos regaló una noche gratuita en una de las habitaciones del hotel, gratuitamente. Pura Vida Señor Alfonso!

A partir de Playa Herradura, donde habíamos dormido, empieza un tramo con algunos quilómetros de subidas, pero estábamos descansados para ella. Hicimos una parada para desayuno en una playa y terminamos quedando más de dos horas allá, pues, además de entrar en el agua para refrescarnos, tuvimos una grande charla con una pareja que estaba de vacaciones por allá. Esta noche pasamos en el garaje de Alexander, de la red Warmshowers. Como en Concepción, en Panamá, también dormimos sin la carpa para no tener calor.

Nuestro primer “ride” en América Central pasó al otro día. Aún de madrugada empezamos a pedalear por una ruta que, de repente, se llenó de camiones. Como no había banquina estaba un poco peligroso. Relutante, concordé con Marcela de hacer dedo. Terminamos tomando dos “rides”, primero con un ingeniero colombiano y después con un señor costarricense, del campo. Así, avanzamos nuestro programa y terminamos el día a 10km de la frontera con Nicaragua.

Siempre que se ponen las bicis en otros transportes es necesario certificarse de que ellas y los equipos están seguros y protegidos. Con estos dos “rides” perdimos un aislante térmico (que voló) y la patita de una de las bicicletas *que se rompió).

Así cruzamos el país de los “Ticos”, como son llamados los costarricenses, en siete días. Todo el camino que hicimos fue con mono carril, algunos tramos con banquina y otros sin, pero siempre con seguridad, con excepción del tramo final, donde hicimos dedo.

Costa Rica es un país bastante verde, 26% de su área está formada por áreas protegidas, (http://www.inbio.ac.cr/es/biod/estrategia/Paginas/esfuerzos_conservar01.html), lo que ayuda al turismo, que es su principal fuente de ingresos. Pudimos comprobar eso pedaleando, pues hay muchas sombras, garantizadas por los árboles que están alrededor del camino. El idioma inglés es casi un segundo idioma oficial, tanto que la gran parte de los outdoors que vimos en la ruta están escritos en este idioma. Por otro lado, el país es bastante caro, solo comparable hasta ahora con el Chile en nuestro viaje. Otro factor que nos llamó la atención es que el país optó por no tener ejército desde el año 1948, cuando en presidente José Figueres Ferrer dijo “No quiero un ejército de soldados, sino uno de educadores”.

Y que venga Nicaragua!

Informaciones del viaje:

Mapa del trayecto:

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